
El comité ejecutivo de la FIFA, reunido en su Congreso número 57, acordó que no se jugarán partidos internacionales entre seleccionados a más de 2.500 metros de altura sobre el nivel del mar. Esta medida afecta, sobre todo, a la selección boliviana, que juega muchos de sus encuentros internacionales en La Paz (3.600 metros), a Ecuador que disputa sus partidos comúnmente en Quito, a 2.850 metros, a Colombia, que debería mudarse de Bogota (2.650 metros) y a Perú que desde hace unos años viene haciendo de local en los encuentros importantes en Cuzco, ciudad a 3.400 metros.
El Presidente de Bolivia, Evo Morales, viajaría a Suiza, acompañado por Milton Melgar, ex futbolista y actual Viceministro de Deportes, para reunirse con Blatter a discutir la medida. Según palabras del propio mandatario de la FIFA, la decisión podría ser revisada en caso de haber argumentos razonables (¿?).
Los presidentes de las Asociaciones de Fútbol de los países damnificados acusaron abiertamente a la Argentina y a Brasil por ser los ideólogos de la prohibición.
Guiándome únicamente por las declaraciones de los futbolistas que acostumbran a jugar en el llano cada vez que tienen que ir a jugar a la altura, la medida tomada ha sido correcta; es una ventaja extrafutbolística que va contra los principios del juego limpio y principalmente una amenaza a la salud de los deportistas exigir de más su físico (aunque jamás se ha comprobado que un futbolista haya muerto por jugar por sobre el nivel del mar).
Igualmente, sería interesante que la FIFA explicara porque ha decidido tomar como límite los 2.500 metros, porque genera ciertas sospecha que ciudades como México, a 2.235 metros, no haya recibido la misma prohibición. Una explicación sería el dinero que se mueve en el fútbol tricolor, pero no se puede explicar todo en función de los billetes (¿?).
Sería más apropiado que la FIFA estudiara la situación particular de cada una de las plazas que por sus condiciones geográficas podrían llegar a ser perjudiciales para la salud de los futbolistas y entonces sí, tomar una decisión.
Además de analizar el tema de la altura, la FIFA también debería haber delimitado las temperaturas máximas y mínimas en las que se pueden disputar los encuentros, el máximo y el mínimo del alto del césped, prohibir el riego del césped antes de iniciarse el encuentro... en fin dar pautas respecto de cada uno de los factores ajenos al juego, que generan cotidianamente polémicas en el fútbol. Para un colombiano, habituado al intenso calor, jugar en Rusia es casi un suicidio y al revés también.
Tomar una decisión únicamente respecto de la altura genera la sensación de que realmente ha sido un pedido por parte de los poderosos para evidenciar más aún las diferencias con quienes se aprovechan de la altura para equilibrar fuerzas.
FIFA comente otra equivocación: si considera que es perjudicial para la salud de los futbolistas disputar encuentros a más de 2.500 metros, ¿por qué lo prohibe únicamente a nivel selecciones? ¿Acaso no debería regir la prohibición también a nivel clubes?
Muchas dudas que deberán ser resueltas para limpiar el campo de juego.