Siete razones de algo histórico

Los planteos tácticos cautelosos y las estrategias inofensivas, nos mal acostumbraron a partidos chatos, sin tanteadores amplios. La famosa media inglesa (ganar de local y empatar de visitante), el mantener el arco en cero y esperar el avance rival con los once jugadores en el propio campo para aprovechar los espacios vaciós, son cosas de todos los días en el futbol actual. Un empate en cero, es bien visto; se prioriza el resultado al juego. Es cierto que a todo el mundo le importa ganar, pero teniendo en cuenta que es un deporte y no un negocio (?), sería recomendable que también se preocuparan por el método utilizado, es decir la propuesta en campo, la intención, proponer juego. Principalmente se debe exigir esto a quienes cuentan con los medios necesarios para poder lograrlo, a quienes tienen el dinero como para adquirir jugadores consagrados o elaborarlos desde las inferiores (lease los equipos grandes).
Boca ha demostrado en los últimos ocho años que es posible tener éxito jugando con estilos completamente opuestos. Bianchi, hombre cauteloso si los hay, y Basile han plagado las vitrinas del museo xeneise, gracias a una constante: el trabajo. Cada uno apuntó a aspectos distintos dentro de las variantes del juego (el primero privilegiaba el estado físico, la presión en el medio campo, el avance por las bandas y el replegamiento de sus centrocampistas; el segundo la triangulación ofensiva, el pressing en la salida del equipo contario, la pelota parada, el avance de los laterales y la utilización de un enlace).
Si bien es loable la labor de ambos entrenadores, queda claro que analizando solamente el despliegue futbolístico, el Boca de Basile ha sido superior; partido tras partido ha demostrado buen gusto y goleado a cuanto rival ha enfrentado.
El equipo de Bianchi, ganaba con justeza, pero sin ser exponente del buen fútbol (salvo el primer bicampeonato obtenido, con Riquelme,Guillermo y Palermo), pese a tener grandísimos jugadores . Al ojo del espectador neutral, el juego de Boca no dejaba nada; pero no es culpa de Bianchi sino de la exigencia que corre en el fútbol acutal: lo único importante es el resultado.
En el partido más destacado de la cuarta fecha del torneo Apertura, Boca derrotó a San Lorenzo. Quedará en la memoria de todo seguidor del fútbol, más allá de la importancia que tiene cada enfrentamiento entre estos equipos, por el resultado (7 a 1), la goleada más amplia que ha sufrido San Lorenzo desde que se inauguró el "Nuevo Gasometro" (1994).
Basile y sus "players" dieron una exhibición de buen gusto, criterio, fineza a la hora de definir pocas veces vista en un fúbol desacostumbrado a tan abultados marcadores.
En una misma tarde coincidieron un desastroso San Lorenzo (los primeros tres goles derrumbaron psicológicamente a un equipo que venía cumpliendo un correcto torneo), y una inspirada labor de todo Boca, que concretó todas las llegadas que tuvo.
Efectividad, capacidad goleadora, voluntad arrolladora, determinación, conocimiento entre los jugadores, entereza psíquica pero principalmente voluntad de ambos equipos de ganar el partido, pensando más en el arco contrario que en defenderse (de hecho lo pagó bastante caro San Lorenzo) fueron las claves de este inolvidable encuentro.
Los hinchas del "Cuervo" estarán bastante preocupados por el desempeño de su equipo, pero deben estar orgullosos de que su entrenador entiende que el fútbol por sobre todas las cosas es un deporte y que para ganar hay que proponer; hay veces que se logra el objetivo, otras que no.
Fútbol moderno apoya a San Lorenzo en este duro momento que vive, por arriesgarse y no conformarse con empates en cero, cuidando su arco y no llegando ni una vez al área rival (ver Newell´s-Racing).