La eterna discusión: ¿Copa Libertadores o Torneo Local?
¿Hay algún criterio para determinar qué competencia es más importante o cuál tiene mayor trascendencia para jugadores, dirigentes y simpatizantes?
De antemano la respuesta es negativa, ya que en el fútbol los torneos valen por sí solos, es decir, por unidad obtenida, y no se convierten en sistemas de puntaje, ni se computan en un ranking.
Ahora bien, la práctica demuestra lo contrario, toda vez que los clubes de nuestro país destinan mayor parte de sus recursos y esfuerzos para tomar parte en los torneos continentales, lo que denota a las claras la menor que el campeonato doméstico no los seduce, por lo menos como primera opción.
Ya en el marco de la disputa de una copa internacional, los equipos considerados no grandes, optan claramente por ésta en desmedro del campeonato argentino, lo que trae aparejado grandes posibilidades de ulteriores inconvenientes con el promedio – como recientemente le sucedió Central, Newells, Gimnasia-. Este es el primer aspecto que le quita valor al cuestionado certamen, en tanto el margen de competición se reduce notablemente. El ejercicio de esta opción, demuestra claramente una ponderación entre las dos competiciones, priorizándose una, y colocándose a la restante en segundo lugar.
En el caso de los denominados “poderosos” el caso es distinto, de antemano se plantea la posibilidad de luchar por los dos frentes, pero en determinado momento la ya mencionada opción debe ejercerse, y el resultado es el mismo, Ezeiza resulta más seductor que aeroparque. Esto se ve reflejado en la segunda mitad del torneo local, momento que coincide con el inicio de las etapas decisivas de los trofeos internacionales, oportunidad en la cual los clubes ponen en cancha a los equipos considerados B, integrados en su mayoría por juveniles o suplentes del equipo habitualmente titular.
Ello así, el panorama a estas alturas sería el siguiente: equipos que pelean el descenso, equipos que ya quedaron eliminados de las competencias extranjeras y por el ya mencionado descuido del torneo local no son competencia, y equipos que aún continúan disputando una copa y centran todo su poderío en ella.
En este contexto, parecería que a nadie le interesaría el certamen doméstico, en virtud de que, algunos eligieron apuntar sus cañones a otro torneo, y otros no cuentan con los elementos necesarios para intentar obtenerlo.
Esta argumentación es puesta en jaque con facilidad. En los últimos tiempos se ha visto claramente como se revoca la opción ejercida previamente y se intenta volver sobre los pasos, reciclando al despreciado torneo, invistiéndolo de una importancia que nunca tuvo.
El caso paradigmático es el de River. El club de Nuñez es el ejemplo perfecto para graficar lo expuesto. Mientras está la chance de elegir, hinchas, dirigentes y jugadores optan por la competición internacional, pero una vez consumado el fracaso, retoman el camino abandonado y buscan la obtención del premio consuelo, el que una vez obtenido, se festeja grandilocuentemente, olvidando su naturaleza y entidad.
Hasta el Lanús campeón de Ramón Cabrero reafirmó el carácter subsidiario que posee el campeonato local, ya que en dicha oportunidad, el club del Sur priorizó claramente
Las reiteradas consagraciones internacionales de Boca implicaron que este club descuidara el torneo local, perdiendo así este, un competidor de jerarquía y candidato natural a coronarse. La estadística refleja (boca campeón de la libertadores y quién salió campeón en ese torneo).
Resulta claro entonces, que si bien existe una valoración de antemano de los diferentes torneos, al momento de escoger uno, la elección siempre tiene como resultado la competencia foránea. ¿Qué factores motivan dicha decisión?
La gloria, la “vidriera”, la dificultad que presenta jugar contra los mejor equipos de los diferentes países, los largos trayectos que hay que recorrer, el reconocimiento internacional, los premios repartidos, etc. La copa libertadores no vale por cuatro clausuras, pero se festeja el doble por todos los motivos referidos.
En estas líneas no se intenta descalificar al campeonato argentino, sino que se busca otorgarle coherencia a la conducta de los agentes del fútbol, lo que en estos tiempos resulta una utopía. Es cierto que forma parte del folclore habitual, irracional y arbitrario y erradicarlo sería quitar parte de la esencia de este fútbol actual. Empero, lo que no es admisible, es este cambio de discurso y operación mediática por parte de los dirigentes y técnicos, para revalidar procesos, realizar maniobras electorales, justificar las inversiones y decisiones equivocadas. No se le puede exigir un actuar racional al simpatizante, pero si al dirigente que empapela la ciudad con afiches y olvida que durante su mandato, el club sólo disputó una final de
Quien puede lo más, puede lo menos. Se entiende que el campeón del mundo, o el campeón de América, es ampliamente superior al campeón local, pero que, por una imposibilidad física, temporal y espacial, no pudo disputar el torneo local, cediendo así su lugar al campeón doméstico de turno.